(foto cortesía de salonhogar.net)
Este artículo fue escrito por el profesor e historiador, Juan David Hernández para el periódico La Semana (Caguas) edición del 14 de julio de 2011
Hoy nos detenemos en nuestra columna porque se encuentra el pueblo puertorriqueño de luto por la ausencia física del prohombre de la cultura y de la patria, Don Ricardo Alegría Gallardo. Director del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) por más de tres lustros, implantó una serie de programas que reafirmaron y continúan reafirmando la cultura del pueblo puertorriqueño, como el Archivo General y la Biblioteca General de Puerto Rico, los Programas de Arqueología, la Escuela de Artes Plásticas, el Taller de Artes Populares en donde se fomentó la talla de santos, los talleres de bailes típicos y la Editorial del Instituto de Cultura.
En el Valle del Turabo habemos muchos estudiantes que somos producto del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, que creó para rescatar la verdadera historia y cultura de nuestra nación. Allí aprendimos nuestra realidad mulata de la raíz cultural y étnica del puertorriqueño. Nos motivó a investigar como historiadores, antropólogos y arqueólogos la verdadera realidad, no la que nos quisieron atacuñar por personas con miopía intelectual. La riqueza cultural de la vida cotidiana, que no se concreta a la degustación social de quesos y vinos, sino aquella que nos reafirma con la bomba y la plena, los pirulís, las almojábanas, el arroz con guábaras, las poesías de Ché Solá, Francisco P. Jiménez y Jaime Marcano, de los cuentos de Abelardo Díaz Alfaro, los budines de Pedro Juan, la música de Kikín Rivera Morell, Juancito Torres, Paquito Manatou, Rafael Bracero, Maco Torres, El Negro Yombé, las pinturas de Héctor Escalante, Artemio Rivera, Luis Manuel González, Charlie Osorio, los bailes de Miss Bracero y de Julio Santiago, los trovadores como el Cano Fernández, Luis Miranda “El Pico de Oro”, los hermanos Morales Ramos, el cuatro de Tomás Roldán y de Prodigio Claudio; como también los intelectuales Eliseo Cruz Vergara, Carlos Manuel Rodríguez, Margot Arce, Concha Meléndez y líderes obreros como: Magdaleno González, Juan Vilar, Tin Castrillo… En fin, todos somos parte de ese acervo cultural que se viene cocinando de forma silente desde la construcción de nuestra nación que estamos en proceso de redescubrir y se lo debemos a Don Ricardo.
Su denuncia contra el atropello de estudiantes en el Capitolio, su desobediencia civil por la salida de la Marina de los Estados Unidos en Vieques, su batalla por salvar el yacimiento arqueológico de Cagüitas CS-2 en la entrada de la urbanización Parques del Monte, son una muestra de que no era un intelectual que se quedaba solamente en la cátedra, sino que también en la acción demostraba su compromiso inquebrantable con la cultura.
No podemos dejar fuera a los que premió personalmente Don Ricardo por su compromiso con la cultura y con la nacionalidad puertorriqueña como el Dr. Fernós Isern, López Cepero, la arqueóloga, Virginia Rivera Calderón, el profesor y dramaturgo, Roberto Ramos Perea. Se que se me quedan muchos nombres pero no es tiempo de reclamar sino de continuar la lucha de Don Ricardo, el que tenga oídos que escuche y el que tenga ojos que vea. El movimiento se demuestra andando. Que en paz descanse nuestro maestro, el viejo sabio, DON RICARDO ALEGRÍA GALLARDO.
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