(foto cortesia de puertoricodaytrips.com)
Este artículo fue publicado por la periodista Marielisa Ortiz Berrios para el periódico El Visitante de Puerto Rico (24 de marzo de 2013)
Muchos puertorriqueños han disfrutado de las cálidas aguas
de la Poza del Obispo en Arecibo, localizada en el barrio Islote de dicho
municipio y cercano al antiguo faro. Este lugar es conocido por poseer una
piscina natural ideal para bañarse y por ser frecuentado por los surfistas de
la zona, lo que lo hace apto para el sano disfrute de toda la familia.
Pero el suceso detrás del nombre de esta playa es quizás desconocido
por la gran mayoría de las personas que disfrutan de ella.
La historia indica que el primer obispo puertorriqueño, Juan
Alejo de Arizmendi y de la Torre, nacido en San Juan en 1760, mientras hacia
una travesía a Santo Domingo a San Juan el 16 de julio de 1785, su barco
zozobro frente a los arrecifes de la costa arecibeña, salvándose milagrosamente.
A partir de dicho acontecimiento significativo, esta zona costera
arecibeña adquiere el nombre de la Poza del Obispo.
Según la Enciclopedia de Puerto Rico, de la Fundación Puertorriqueña
de las Humanidades, Arizmendi y de la Torre “se distinguió por su carácter celoso
y ferviente en cuanto a la administración de la Iglesia y el gobierno del País”.
Acorde al recurso de información, Juan Alejo fue hijo de
Miguel de Arizmendi, vasco y Juana de la Torre, puertorriqueña. Estudio bajo la
tutela de los padres dominicos, en el Convento Santo Tomás de Aquino de la
Orden de Predicadores, donde completo un grado en filosofía. Luego se trasladó
a Caracas donde estudió filosofía, teología, jurisprudencia y cánones.
Más adelante, se trasladó a Santo Domingo, donde fue
ordenado presbítero en 1784. En su regreso a Puerto Rico, al siguiente año, fue
el accidente en la costa arecibeña.
La Enciclopedia de Puerto Rico indica, además, que el Rey
Carlos IV lo escogió como obispo el 13 de marzo de 1803, selección que confirmó
el Papa Pio VII, el 27 de julio de 1803.
El episcopado de Arizmendi se caracterizó por la rigurosidad
y rectitud en los aspectos religiosos y administrativos de su diócesis. Sin
embargo, fue muy querido y respetado por el pueblo. El historiador y profesor
del Centro de Estudios de los Dominicos del Caribe (CEDOC), Fray Mario Rodríguez
León, en su artículo Rasgos de espiritualidad del obispo Arizmendi, publicado
en el sito de información Puerto Rico en breve, describe al obispo como una
persona que vivió la caridad con gran pasión y entrega sin límites.
Juan Alejo de Arizmendi falleció en Arecibo, el 12 de
octubre de 1814 mientras realizaba su segunda visita episcopal. Fue enterrado
en la Ermita de la Monserrate de dicho pueblo. Sus restos se trasladaron el
siguiente año a la Catedral de San Juan.